Las pataletas o berrinches son una situación que la mayoría de los padres temen y suelen hacer cualquier cosa para evitarlas, sobre todo porque el mito dice que son producto de una mala crianza.

La verdad es que las pataletas son comportamientos predecibles y esperables en el proceso de desarrollo de niños entre los 2 y los 4 ó 5 cinco años de edad aproximadamente. Desde ahí es más fácil entenderlas, enfrentarlas y solucionarlas. Estos comportamientos tan desagradables no son más que una forma de comunicación de parte de los niños que aún no han desarrollado adecuadamente el lenguaje oral y por tanto, frente a una situación de frustración, no pueden expresarse adecuadamente. Para ellos es imposible decir: “Mamá, estoy muy contrariado y desilusionado porque no me quieres comprar ese autito tan bonito. Me encantaría jugar con él y te agradecería mucho que me lo compraras”. Entonces, la única manera que tienen para expresar esa rabia, impotencia, frustración, decepción e incomprensión es a través de una pataleta. Los accesos de ira donde gritan, patean, se tiran al suelo o lanzan cosas les sirven para descargar el cúmulo de emociones que los invaden y, lo que es muy importante, saber hasta dónde puede llegar en su intento de conseguir lo que quieren.

Existe otra modalidad de expresión de una pataleta y que puede resultar aún más preocupante para los padres. Existen niños particularmente agresivos y con un temperamento más fuerte que contienen la respiración hasta ponerse rojos, luego azules para finalmente caer al suelo. No está acompañado con otros síntomas aunque pueden confundirse con ataques de epilepsia, por ejemplo.

En todo caso, las pataletas son igualmente desagradables para los niños, sienten descontrol, vergüenza de ese descontrol y la mayoría de las veces no entienden cómo llegaron a esa situación. La manera cómo los padres puedan canalizar esa energía puede ser crucial en la futura tolerancia a la frustración.

Por otro lado, existen algunas variables que se deben tomar en cuenta a la hora de evaluar, enfrentar y manejar las rabietas:

  • El temperamento del niño: existen temperamentos introvertidos donde los niños son más callados, tranquilos y fáciles de tratar. Los extravertidos son más pasionales, movedizos y con mucha energía por ende más difíciles de tratar. Saber esto puede ser de gran ayuda al momento de poner reglas.
  • Severidad de la crianza por parte de los padres: mientras más severos y estrictos sean los padres en términos de reglas, de qué se puede hacer y qué no, cuánto es permitido, tendrá una incidencia directa en la frecuencia de las rabietas.
  • Las expectativas familiares: mientras más perfecto queramos que sea nuestro hijo, más molestaran las pataletas aunque sean eventuales.
  • El sexo del niño: los niños suelen ser más rabiosos que las niñas porque tienen más energía y juegos más violentos.
  • El entorno cultural: en ciertas culturas es inaceptable la ausencia de control por lo que una pataleta es absolutamente inaceptable y muy vergonzosa para los padres.
  • La edad y etapa del desarrollo: según esto, las pataletas pueden ser o no aceptables. Un niño en edad escolar no debiera presentar este tipo de conducta.
  • La comunicación familiar: los ejemplos que dan los padres en cuanto a cómo se comunican entre ellos y con los niños serán una pauta que estos aprenderán. Si los padres gritan, los niños asumirán que así funcionan las cosas.
  • El estado físico y emocional: un niño con dificultades físicas y/u orgánicas debe recibir una crianza con ciertas diferencias de un niño normal.
  • Factores sociales: la educación y factores socioeconómicos de los padres y sus familias incidirán en la tolerancia y manejo de las rabietas.
  • La imitación de la conducta: los niños son como esponjas por lo que tienden a imitar conductas que ven en otros niños y/o adultos.

Recetas infalibles para evitar las pataletas en los niños preescolares no existen puesto que ellas son inevitables hasta cierto punto. Como son parte del desarrollo psíquico de los niños es imposible que nunca se presente una, sin embargo lo que se puede intentar y, muchas veces lograr, es disminuir tanto la intensidad como la frecuencia. Además, en general, los niños necesitan que los padres sean firmes, ya que esto es percibido como una forma de cariño y preocupación por ellos mismos.

Ahora bien, la primera regla básica es que nunca se debe perder la calma. Esto significa que por muy terrible que sea la pataleta y suceda donde sea, la calma no debe abandonarlos nunca. Nada de gritar, tirarse los pelos, golpearlo o ponerse a discutir con el niño a su misma altura. Los adultos deben siempre mostrarse en pleno control de sí mismos, de lo contrario no pidan control si ustedes no pueden controlarse.

Lo mejor es ir enseñando a los niños a mostrar su enfado, y esto se logra a través del ejemplo de los padres. Se les debe mostrar cuál es la manera más adecuada y la que los padres esperan que tenga. Del mismo modo, es bueno por distintas razones mantenerlos supervisados en todo momento para evitar una situación que eventualmente pueda desencadenar una rabieta (por ejemplo al no poder alcanzar un juguete que está en altura). Esto último nos lleva a otra regla o técnica general que es organizar el entorno de los niños. Se debe ordenar su espacio de tal manera que pueda acceder a sus cosas sin dificultades sobre todo sus juguetes favoritos. Esto puede ayudar además a inculcar hábitos particularmente aquellos que dicen relación con el orden.

Para lograr lo anterior existen algunos consejos útiles. Dónde se presente el berrinche es clave de cómo reaccionar. Empecemos por los lugares públicos que son los que más complicaciones causan a los padres. Si es en algún sitio como supermercado, mall, parque, etc. lo más indicado es tomarlo e irse aunque esto signifique perder una entrada, el carro de las compras o lo que sea. Si basta con llevárselo al baño un momento para calmarlo será suficiente, de lo contrario hay que irse y volver a la casa. Si están de visita en la casa de algún pariente o amigo lo mejor es pedir una habitación y llevarlo allí acompañándolo hasta que se calme. (Si pueden evitar llevarlo al supermercado o al mall es lo mejor. Los niños reconocen los lugares y si una vez les compraron un juguete en el supermercado lo pedirá cada vez que lo lleven).

Si estamos en la casa, la cosa es menos tormentosa. Lo mejor es ignorarlo puesto que las pataletas son eficientes mientras tienen público así que si no hay audiencia, la pataleta se extinguirá por sí sola. Lo único es que deben tener precaución de no dejar cosas peligrosas a su alcance con lo que pueda hacerse daño. La otra opción, si no pueden soportar los gritos y patadas, es llevarlo a su habitación, decirle que se quedará allí hasta que se calme y seguir con las actividades normales. En este caso, es aconsejable acompañarlo y de manera tranquila invitarlo a hacer alguna cosa, como leer, jugar, mirar por la ventana, etc. Eso de dejarlos solos “a pensar” es absolutamente inútil, el niño hace la pataleta porque no sabe hacer otra cosa o porque en el pasado fue eficiente así que no podrá pensar porqué ahora está mal.

Pero siempre lo más eficiente será evitar situaciones conflictivas que como padres sabemos que pueden desencadenar una pataleta. Nunca aceptar el chantaje, es decir, no ceder con tal que se calle. Los niños, por muy pequeños que sean, entienden cómo funcionan las cosas así que no duden en explicarles qué es lo que ustedes como padres esperan de él, incluso una disculpa. Las distracciones y los avisos antes de que llegue la pataleta también ayudan. Si a pesar de todo lo anterior, las cosas se salen de control y el niño corre riesgo de dañarse o dañar a otros, no duden en sujetarlo pero sin violencia. Si saben que en ciertas ocasiones o lugares aparece el berrinche, anticípense y si pueden evitar la situación, fantástico, sino, pueden advertirle a los demás, llevar un juguete para que se entretenga mientras, etc. Ustedes saben cómo calmar a su hijo, solo deben mantener la calma y las ideas llegan.

Cuando el niño se comporte como ustedes esperan es fundamental reconocerlo y recompensarlo. Puede ser una alabanza en público, prestarle atención, darle algún regalo o algún privilegio (hacerlo dormir por una vez por ejemplo), mucho amor y afecto palpable (besos, abrazos, y “te quiero”).
Por el contrario, si a pesar de las advertencias, de las enseñanzas y las técnicas utilizadas el niño sigue con las pataletas, pueden reprender, retirarle la atención (dejar de jugar con él por un momento) o algún privilegio (sentarse a la mesa con los grandes por ejemplo). Y evitar a toda costa los gritos y los golpes ya que esto los aleja de sus objetivos de crianza, genera sentimientos de resquemor, desamor y rabia en los niños que sólo aumentarán la frecuencia e intensidad de las pataletas en la edad preescolar.

TIPS

  • Nunca perder la calma, lo que piensen los otros no debe afectarlos.
  • Evitar situaciones o lugares conflictivos.
  • Ignorar la pataleta o llevar a un lugar privado para que pueda calmarse.
  • Pedir ayuda si se sienten sobrepasados e incapaces de controlar la pataleta.
  • Reforzar el comportamiento esperado pero evitando regalos o comida, es mejor entregar cariño.

LECTURA RECOMENDADA

Como recomendación general y para ayudar en la crianza y educación de nuestros niños a lo largo de muchos años, les sugiero el siguiente libro. Tiene muy buenas ideas sobre lo que es educar hijos y sobre todo nos ayuda a entender que no tenemos que ser perfectos, que en realidad no existen los padres perfectos. Nos equivocamos muchas veces pero esto no nos hace malos padres.

NO HAY PADRES PERFECTOS de Bruno Bettelheim. Lo pueden encontrar en línea en: muchos libros.com o bien en amazon.com.

  • Para abordar el tema de las pataletas, existe un buen libro que es muy simple, claro y directo. También servirá a medida que los niños cambien de etapa.

“NIÑOS CON PATALETA, ADOLESCENTES DESAFIANTES”. Amanda Céspedes, Ediciones Vergara. Lo venden en librerías y supermercados.